El segundo disco de Go-Neko! supone una suerte de fenómeno que, aunque menor, no puede ser obviado dentro del estado de situación del rock argentino. Primeramente, porque a pesar de ser editado en formato digital (y ofrecido de manera gratuita) a finales del año pasado, Los Malos De Verdad hizo su reciente aparición material a través del sello platense Laptra. Pero además, porque a partir de la continuación del camino iniciado en Una Especie De Mutante (2008) y con una buena dosis de armas nuevas, lo que se escucha es una inquietante muestra de las posibilidades sensoriales de la música que, al mismo tiempo, nos impone una reflexión en torno a su función como práctica cultural.
Antes que nada, Go-Neko! es todo lo que no se debe ser para ser algo en el pequeño mundo de la industria de la música argentina. Una banda de corte instrumental, independiente, itinerante, y ni siquiera enraizada en la Capital Federal. Una banda que no hace canciones en sentido estricto, sino más bien paisajes sonoros en movimiento, ventanillas de auto/colectivo/tren musicalizadas. Una banda que se atreve a dar forma a discos “conceptuales” en tiempos en los que hacer un disco ya supone todo un concepto en sí mismo. Una banda que, sin más, regala su música; la pone a disposición de cualquier interesado, al alcance de un click. Pero, también, una banda que elige minuciosamente lo que muestra y lo que dice desde una postura concreta frente al mundo, sin ambigüedades ni demagogia. Con ideas.
Por eso, no sorprende que, a partir de la línea esbozada en el impecable Una Especie De Mutante, Los Malos De Verdad vuelva sobre ciertas estructuras del llamado rock espacial y del kraut alemán -que a esta altura parecen haber sido apropiadas por la banda- y, al mismo tiempo, sea capaz de profundizar en detalles que reflejan el aprendizaje y las inquietudes del grupo. En este sentido, la decisión de no incluir la figura de un cantante y ponderar la construcción instrumental se mantiene en pie y se reafirma a través de nuevas búsquedas concretas en el sonido y la función de cada instrumento (desde los samplers hasta la armónica). De esta manera, y con el apoyo de una base todavía más sólida que la del primer álbum, los efectos de guitarra y los sintetizadores dan forma un arsenal de matices que dejan de ser meras ornamentaciones para pasar a liderar discursivamente el accionar del grupo.
De hecho, a diferencia de lo que sucede en el primer disco de la banda, Los Malos De Verdad no muestra canciones melódicamente deslumbrantes como “Hum-On” o “Go-Perros!”, en las que el contrapunto concentra la mayor parte de la atención. Esta vez, lo que se profundiza es la progresión de estados y sensaciones sucesivas -en la línea de “Gol!”, también de Una Especie De Mutante- que lentamente se apoderan de la percepción de quién escucha. Así, el componente melódico queda un tanto relegado frente a la decisión de priorizar la tensión entre momentos recargados de instrumentación y momentos de descanso en los que sobresalen el feedback y los resabios de las texturas de los distintos efectos. Por eso, Los Malos De Verdad termina siendo un disco más pesado, más denso en cuanto a capas y más complejo en su interpretación como obra pero, al mismo tiempo, eso lo convierte en una experiencia sonora distinta (más rica y más variada) respecto al canon de la música argentina.
Esta idea se profundiza radicalmente a partir del uso de samplers que, siguiendo la tradición de Screamadelica (1991) de Primal Scream, incluyen fragmentos de discursos políticos. Lo que sorprende no es la elección del recurso en sí -presente ya en Una Especie De Mutante-, sino el material elegido y la forma en la que se integran los enunciados a la música de la banda. Tanto en “No Tengo Otra Alternativa” (cita del último discurso de Salvador Allende) como en “14 de Junio” (fecha de nacimiento del Che Guevara), las palabras cobran un protagonismo central desde su musicalidad inherente pero también desde el sentido que proyectan. No están utilizadas como una capa más de sonido, como una textura vocal carente de significado per se. Son protagonistas del discurso musical en el que se las incluye a partir de lo que transmiten tanto en su forma como en su contenido.
Allende: “No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo”; Guevara: “Luchar contra el imperialismo donde quiera que esté”. La ausencia de una figura vocal reconocible es, a esta altura, algo imperceptible. Casi naturalmente, las palabras resuenan al ritmo de la música y se integran como si estuvieran compuestas en forma de canción. Su animosidad es, además, fundamental para la progresión armónica y para la construcción de microclimas que logran elevar estas canciones sobre la media del disco. ¿Acaso puede imaginarse una introducción más certera que la de “No tengo Otra Alternativa”? ¿Qué sería del arpegio del teclado en “14 de Junio” sin ese momento anterior gobernado por la voz del Fidel Castro leyendo la carta de despedida del Che? Es que los testimonios elegidos no sólo son propicios para dar cuenta de una toma de posición de la banda respecto al mundo (y a la música). Sirven, también, para la construcción de sensaciones y para motorizar la reflexión desde el proceso mismo de composición.
En verdad, Los Malos De Verdad invita a pensar la música desde un lugar que poco tiene que ver con la media de industria discográfica argentina. Ante un contexto tan adverso, la edición física de un disco revitalizante y autoconsciente como éste es en sí misma un motivo para celebrar. Nuevamente, Laptra apuesta por una de las caras más interesantes de la música argentina joven (El Mató a un Policía Motorizado, Los Reyes del Falsete) y Go-Neko! confirma lo hecho anteriormente con un álbum ambicioso que logra sus mejores efectos en lo profundo de la percepción y los sentidos. Pero Los Malos De Verdad es, también, un modelo de contundencia discursiva (e ideológica) y la materialización de una forma de trabajo íntegra y coherente. En definitiva, una muestra más de las posibilidades de la música como acción concreta frente al imperio de lo estático y lo banal que atraviesa la lógica economicista del pop contemporáneo.
Juan Manuel Pairone
2 comentarios:
Viva el servicio postal nacional!
esto se tiñe de celeste y blanco eh, guarda
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