Tradición oral




En términos generales, no hay decisión estética que escape a la correspondencia necesaria -determinante pero no determinista- que existe entre el arte como forma general de expresión y lo que Mijail Bajtin llama
cronotopo, es decir, la “conexión de las relaciones temporales y espaciales, como unidad indisoluble y de carácter formal expresivo asimiladas artísticamente”. Un lugar, un tiempo, una cultura, una cosmovisión relacionada a cierta manera de ser-y-estar en el mundo. En todas sus formas, la música es siempre un discurso vinculado con el sentido de pertenencia a ese algo que moviliza la existencia particular y se encuentra en la base de las motivaciones humanas.

En el caso de Fleet Foxes, esta relación es, además de evidente, un aspecto fundamental para entender el proceso que culmina con la reciente edición de Helplessness Blues, su tercer disco. Atrás en el tiempo, entre 2006 y 2008, la banda del noroeste estadounidense se concentró en grabar dos EP’s y un álbum. No obstante, no se trató de un ejercicio intuitivo. En medio de esa producción intensiva, el grupo fue capaz de depurar su estilo inicial -asociado al pop contemporáneo de su geografía natal propio de la trilogía Modest Mouse/Death Cab For Cutie/The Shins- para acercarse con pasos cada vez más seguros al folk y la psicodelia. Así, el reciente Helplessness Blues significa no sólo una confirmación de ese movimiento, sino también una toma de postura definitiva respecto al imaginario representado en la música del grupo.

A diferencia de sus grabaciones anteriores, Fleet Foxes trabajó durante todo 2010 para dar forma a este tercer disco. Después de casi dos años dedicados casi exclusivamente a las giras, la banda eligió desechar el plan original de grabar en el menor tiempo posible para mantener la cohesión del sonido grupal. Sin embargo, esa necesidad de espontaneidad se mantuvo como uno de los valores fundamentales a la hora de pensar la grabación. En base a esto, algunos instrumentos y la totalidad de las voces -quizás el elemento más importante en la estructura musical de la banda- fueron trabajados a partir de una sola toma de registro. De esta manera, desde su propia concepción, el sonido del disco buscó alejarse de la pulcritud de Fleet Foxes (2008) con el fin de conservar aquellos gestos que, por imperfectos, ganan en naturalidad.

De todas formas, desde el inicio, Helplessness Blues no intenta mostrarse como una ruptura con el pasado reciente. Como primera impresión, “Montezuma” presenta un escenario conocido que remite al imaginario de Fleet Foxes (2008) pero, sobre todo, a lo que podemos encontrar en Sun Giant (2008), el EP posterior al debut de la banda. Los arreglos corales ocupan la mayor parte del espectro y refuerzan el componente “barroco” asociado al nombre de la banda. No obstante, con el correr de las canciones, la atención se desplaza progresivamente hacia otras sonoridades y, si bien las voces mantienen su protagonismo central, el disco parece abrirse desde el centro hacia las periferias, imitando la estructura centrífuga presente en la portada del álbum.

En este sentido, la omnipresencia de las guitarras de doce cuerdas y la acusticidad de la percusión aparecen como los elementos fundamentales en el plano de lo tímbrico. La madera y su resonancia dominan por completo el plano de las sensaciones auditivas y aportan un clima que refuerza la intimidad en medio de la grandilocuencia propia de las composiciones de Robin Pecknold. Además, el piano, la mandolina y los vientos -también de madera- ayudan a complementar esta sensación y dan forma a un paisaje auditivo que remite al contexto natural en el que el grupo escribe sus canciones. Como resultado, la frialdad que por momentos transmite el sonido diseñado para el primer álbum desaparece por completo. Esta vez todo se siente más cercano, más envolvente.

Sin embargo, el mundo interno de Helplessness Blues no remite sólo a un espacio físico, sino también a un tiempo y a un determinado imaginario cultural. A lo largo del disco, la música de Fleet Foxes dialoga de manera directa con el folklore de su país y se transforma lentamente en una épica que parece evocar la epopeya de la expansión interna y la conquista del oeste profundo de los Estados Unidos. La canción que le da nombre al disco, “The Shrine/An Argument”, “Bedouin Dress”, “Sim Sala Bim”, “The Cascades”, “Blue Spotted Tail”… Cada una de ellas parece ser un pequeño relato en tiempo de country, bluegrass o gospel. Auténticas coplas que ponen en escena el componente mítico de una historia transmitida oralmente y apuntalada en la consciencia colectiva. En definitiva, un lazo concreto con la propia tradición a través de la música.

Por eso, más allá de la estética pura, el valor de los arreglos, las armonías vocales y la sutileza de la instrumentación, el imaginario folklórico que implica el carácter interpretativo de la banda de Seattle se impone como motivo central detrás del álbum. A través de las canciones, se puede acceder a un determinado universo simbólico que está presente en la propia piel de creadores e intérpretes. En los acentos, las entonaciones, los timbres, los ritmos. En la elección de los recursos. La música como constructo cultural conserva rasgos de un contexto que los sonidos son capaces de comunicar y, al mismo tiempo, pone de manifiesto el sentimiento de pertenencia hacia aquello que se narra implícita o explícitamente.

Gracias a ese rasgo que atraviesa estructuralmente al álbum, Helplessness Blues se convierte en una obra especial, entrañable. Las composiciones toman la forma de fábulas de fogones y caminos pedregosos y, a su vez, juegan con las reflexiones existenciales de Peckold. Muestran una preocupación armónica puntillosa y abrazan la pureza del gesto a la hora de explorar nuevas sensaciones (como las que produce la contemporánea sección de vientos en “The Shrine/An Argument”). Pero lo fundamental es que, detrás de todo, el componente narrativo se mantiene inalterable. Es la necesidad misma de contar (un paisaje, una historia, una emoción) la que, en definitiva, llena de vitalidad a la música de Fleet Foxes de principio a fin.

Juan Manuel Pairone

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me alegró muchísimo enterarme por acá que había salido un disco nuevo de Fleet Foxes. Es un disco de lo más hermoso. Anyway, qué primer semestre! the strokes, fleet foxes, the raveonettes, the kills, tv on the radio y debe seguir la lista... mucha música toda junta :)

santiago segura dijo...

Entré acá por recomendación de Facu Miño.

Leí un par de textos y además de coincidir en algunas cuestiones musicales me gustó como escribís.

Saludos.