Tiempos difíciles




Después de The Magic Position (2007), cualquiera que hubiera hablado de Patrick Wolf como un "genio" hubiera corrido el riesgo de decir una obviedad. Aquellos cuarenta minutos de vuelo compositivo eran más que suficientes para considerar a esa obra no como un punto de inflexión en la carrera de Wolf sino como una instancia previsiblemente insuperable. No se trataba de un disco más y, ni siquiera, de un muy buen disco; era, sencillamente, un disco poco menos que perfecto: inspirado, completo y complejo. Todo ello gracias a una gama sonora amplia, oportunamente reforzada por un trabajo de mezcla que permitía que la voz pudiera destacarse de los múltiples recursos instrumentales -desde piano clásico hasta samplers y llaves- que daban forma a esas once canciones hechas casi como por arte de magia.

Dicha genialidad era, además, algo que se venía gestando evolutivamente desde Lycantrophy (2003), un debut apoyado tanto en la electrónica detallista como en la variedad de instrumentos acústicos -clarinete, flauta, violín, algo que se transformaría en un sello personal-, en el que se empezaba a notar la expresividad de una voz tan versátil como la amplia noción de música presente en el disco. A su vez, Wind In Wires (2005), suponía una continuación lógica y una maduración compositiva en la que la orquestación ocupaba un lugar predominante pero no central. Nuevamente la voz de Wolf se llevaba toda la atención por su capacidad de cantar sus propias emociones sin el más mínimo dejo de postura, algo que terminaría explotando definitivamente dos años después en ese auténtico disco de síntesis que es The Magic Position.

Quizás por eso, en The Bachelor (2009) las intenciones parecen haber sido otras desde el inicio mismo. Se comenta que, en principio, Wolf planificó este disco como un álbum doble (con “Battle” como título tentativo) con cierta conciencia política. Sin embargo, después de una depresión profunda, las canciones de ese proyecto fueron perdiendo sentido y sólo quedaron algunas de ellas como huellas de lo que no fue. Así, Wolf no sólo fue incapaz de completar un álbum doble sino que se vio obligado a reformular su intención inicial, afectando también -aunque involuntariamente- su particular conceptualidad compositiva y trabajando por primera vez sobre la marcha, con retazos de distintos proyectos y sin una idea clara del futuro.

La certeza es, entonces, una de las carencias de The Bachelor. Después de cuarenta y siete segundos de crescendo espacial y una introducción de sintonía de radio, "Hard Times" arremete con una melodía de cuerdas que remite a la música árabe de exportación, con una violencia que adelanta un alejamiento de la dirección de The Magic Position. Sin embargo, el giro estilístico que se sugiere no termina de concretarse ya que a esta primera canción se la puede emparentar casi exclusivamente con “Vulture” (su estribillo es casi un homenaje a Depeche Mode) y con la pseudo industrial “Battle”. El resto de las canciones navegan en la indecisión y muchas de ellas (“Damaris”, “Thickets” o “The Bachelor”, por ejemplo) pueden pensarse como sobrantes de la discografía anterior de Wolf, donde conviven partes de cuerdas con recursos electrónicos de manera casi aleatoria, como si diera lo mismo.

No obstante, si bien el disco adolece de una organización clara en cuanto a lo formal -¿hay acaso una dirección definida?-, los sentimientos que se ponen en juego son, sin dudas, genuinos, al punto que son esos mismos sentimientos los que lograron mutar el concepto original del álbum. Así, la coherencia fundamental del disco reside en la escala de grises que, más allá de la forma -heterogénea o indefinida, depende del oyente-, gobierna la totalidad de las canciones. En una especie de antítesis con su trabajo anterior, el clima general de este álbum es mucho más opresivo, ensimismado e, incluso, agresivo. Cargado de reflexiones autobiográficas que abordan la temática del fututo incierto a partir de referencias a la lucha (como necesidad) y a la muerte (como posibilidad), The Bachelor habla de un Patrick Wolf en conflicto con sí mismo y con los demás. En pie de guerra.

De esta manera, el genio detrás de The Magic Position enfrenta los fantasmas de su presente para ir más allá de su disco consagratorio. Y si bien, The Bachelor puede ser visto su obra más endeble, se encarga de demostrar el componente psicosomático que subyace detrás de la obra de un artista fundamentalmente sincero, casi transparente. Así, si en The Magic Position los arreglos remitían a colores vivos y fugaces y eso podía verse reflejado en el humor y la ropa de su autor, el tono general de The Bachelor -un negro casi uniforme y arisco a la referencia multicolor-, responde a una determinada etapa de transición en la vida de Patrick Wolf. Resultado: es imposible -ya sea por antecedentes o por una escucha pormenorizada- ver a este último disco como algo más que una instantánea musical/emocional. Imperfecta, apresurada, tosca, pero definitivamente genuina, se trata de una obra que no hace más que retratar de cuerpo entero a quien la concibió en medio de un auténtico caos personal y de una evidente necesidad de catarsis. Punto.

Queda esperar, entonces, lo que será la segunda parte de este trabajo: The Conqueror. Esta continuación, prevista para el año que viene, promete ser -según su propio autor- la resolución final de los conflictos planteados en las canciones del disco anterior. ¿Qué se puede esperar de esa promesa? El genio y el humor renovado de Patrick Wolf son suficientes como depositar una gran dosis de esperanza en este próximo trabajo ya que, además, The Bachelor demostró ser sólo un desfasaje y no un síntoma terminal. Sin embargo, The Conqueror no podrá excusarse en contingencias y será una prueba fundamental a la hora de comprobar que aquella genialidad que después de The Magic Position parecía una obviedad, pasó por un período tortuoso pero no definitivo en The Bachelor. De todas formas, a Patrick Wolf poco le importa. Para él fueron sólo tiempos difíciles. Ni más ni menos.

Juan Manuel Pairone

6 comentarios:

vvvale dijo...

:')

(me emociona(?) un toque que escribas sobre patrick wolf. y no sé, pero mejor que patrick wolf haya vuelto a la melancolía, porque the magic position no me kb tanto, taaaan feliz ibas a ser chabón? no me copa eso)

Free bird dijo...

no conozco

Vale dijo...

mierda que está re distinto este blog... hace rato que no pasaba!
muy buena la crítica del disquito de franz ferdinand, de p. wolf no puedo decir nada pero porque nunca escuché su música.
saludetes.

felcho dijo...

¿escuchaste?

no (tuve miedo de admitirlo, tu escuchaste me intimido)

posta que patrick wolf me asusta, una vez vi un video y bueno, no dormi. ah tanto. pero nunca escuche su musica. solo en el video. y no se que opinion me merecio... deberia volver a probarlo. a patricio lobo

augustine. dijo...

no sé. el video no me gusta tanto pero pero pero son ellos, viste, es animal, es el bondi animal (?) no sé. la cosa es que no sé qué le pasa a patrick, pero todo le (?) cambió bastante, me gustaba más el de antes.

Viqui dijo...

Yo tampoco lo conozco :(