Como un cuento




Más allá de cualquier consideración relacionada al gusto subjetivo, 2010 ha sido un año de discos bisagra, estéticas redefinidas y repertorios consolidados. (Además de las apariciones de siempre, tales como Local Natives, Surfer Blood o Tame Impala.) Bandas como Beach House, The Walkmen o Broken Social Scene editaron álbums fundamentales en sus discografías y otras como Vampire Weekend, Foals o MGMT superaron sus debuts y ampliaron sus horizontes creativos. Sin embargo, Deerhunter dio un paso más allá con 
Halcyon Digest, un disco que no sólo es una de las obras más importante del año que se va, sino que, además, parece tener un destino de clásico imperecedero. 

Las razones y los porqués seguramente puedan resultar estériles a la hora de dar cuenta del goce que transmite el cuarto álbum de la banda capitaneada por el impredecible e hiperkinético Bradford Cox. A veces, simplemente, hay discos que representan puntos de inflexión internos y externos, y éste cumple con todo los requisitos del caso. Halcyon Digest es -hasta el momento- la obra maestra de la discografía de Deerhunter y supone una auténtica consolidación del estilo característico de la banda. Sin embargo, no sólo es un buen momento en la historia particular de un grupo particular. Halcyon Digest es, en efecto, un auténtico tratado de canciones con el sello de la primera década del milenio pero con una impronta decididamente universal.

Sin dudas, parte importante de la luz que emana Halcyon Digest se debe a la presencia de un compositor de la talla de Bradford Cox. Conocido también como Atlas Sound (alter-ego/proyecto personal con dos discos y varios compilados de demos en la red), el cantante principal de Deerhunter remite a las grandes mentes del rock de todas las épocas. Su cancionero es extenso y continuo y, al mismo tiempo, parece inagotable pero, además, se trata de una obra indiscutiblemente personal, inconfundible. Por eso, quizás, gran parte de Haclyon Digest parezca un retrato público de la complejidad del mundo interno de Cox y, de una manera u otra, eso logra que el disco termine siendo asociado a su nombre individual.

De hecho, desde la lírica hasta la instrumentación elegida, el resultado del proceso creativo refleja las huellas de un autor en su momento máximo de inspiración y autoestima. Cox está tan seguro de su obra que no tiene problemas en recurrir a matices de electrónica-a-lo-The-Radio-Dept. en “Earthquake” o en remitir explícitamente al Exile On Main St. de los Rolling Stones añadiendo una inolvidable línea de saxofón en “Coronado”. Son elementos que funcionan para sus canciones y él no duda en utilizarlos a su manera. Su rasgo identitario es, precisamente, esa capacidad de resignificación y ajuste a las necesidades propias; capacidad que, además, se apoya en un talento incuestionable a la hora de explorar el género de la canción de manera heterodoxa y heterogénea.

Sin embargo, sería injusto reducir el potencial de Halcyon Digest al genio de Cox. Evidentemente, la banda suena más ajustada que nunca y queda claro que pudo hacerse cargo de la producción del álbum sin sobresaltos: los arreglos están planteados de manera austera pero suficiente, nada suena fuera de lugar o más allá de lo necesario y la riqueza tímbrica sorprende tanto por su justeza como por su pertinencia. En definitiva, todo está planteado en función de ese recurso fundamental que representan las canciones de Cox, pero en cada una de ellas queda plasmada la versatilidad del conjunto y la capacidad de adaptación de los instrumentistas a las necesidades de cada pieza.

Por consiguiente, el valor fundamental de Halcyon Digest reside en la coherencia de sus partes y en el diálogo que existe entre las mismas. Con canciones tan disímiles como la fronteriza “Revival” o la contemplativa “Sailing”, la unidad se logra a partir de un tratamiento formal en sintonía, el cual no reniega de la particularidad de cada momento (esa otra manera de definir a cada una de las canciones de Halcyon Digest). Los caminos elegidos son distintos terrenos de experimentación, muestras de ensayo y error que permiten ver la amplitud estética de la banda. No hay sensación alguna de incomodidad a pesar de los diferentes registros y las intenciones variadas, y eso se debe al vínculo que establece -desde arriba- la idea de trabajar cada canción de manera particular pero siempre desde aquella cosmovisión general que se constituye en el espíritu del disco.

Así, todo termina de cobrar sentido al experimentar la narrativa del disco, la cual es -sin miedo a exagerar- sencillamente perfecta. La sucesión de las canciones construye un relato tan acabado que se asemeja a lo natural. Desde la mencionada “Earthquake” hasta la emotiva y sorprendente “He Would Have Laughed” -dedicada al fallecido Jay Retard-, cada canción ocupa el lugar preciso para brillar entre el conjunto. El orden elegido parece ser el único posible y eso se consigue gracias a los climas y los matices que van formando las distintas piezas. Consecuentemente, quien busque un disco de canciones encontrará su respuesta en Halcyon Digest, pero no sólo por la belleza de cada una de sus partes, sino también por su sentido compilatorio y su noción de totalidad. Quizás por eso, su destino sea -seguramente- el de los grandes discos de todos los tiempos; aquellos que se viven y se recuerdan como el más apasionante de los cuentos.

3 comentarios:

l ü dijo...

(por un momentó pensé que no habías llegado a terminarla, pero qué bueno. carton lleno pairone)

como un nene insiste en que le cuenten su cuento preferido, yo me fui a dormir mi última siesta del año con ellos.
ah y lo mejor de Deerhunter es que cada uno elige su propia aventura :)

Vale dijo...

1. había escuchado sólo un par de temas del disco hace un par de semanas y me pareció bastante bueno.
2. ayer leí tus apreciaciones y pensé: "me bajo el disco entero, y ya".
3. ahora, creo que es más que "bueno" (como si un disco pudiera ser definido con un adjetivo tan taxativo...) y, justamente, coincido con esto de que la individualidad de cada tema, de ninguna manera, impide la unidad o la solidez del disco.
4. "coronado", por el momento, es mi favorita.
5. en este disco, más que en cualquier otro, creo que no puedo no tener una favorita.
feliz 2011.

Luis EnricKe dijo...

Como siempre una gran labor en el texto (: Y ya me voy a descargar el disco :D