Multiplicación




En materia de concepto, Gorillaz nunca fue una banda como tal. Su música, su estética visual y su devenir artístico en general nunca respondieron al consenso o al accionar de un grupo de personas determinadas. Por el contrario, su historia es la historia de un proyecto multidisciplinario que fue adoptando distintas formas de acuerdo a situaciones particulares que influyeron en la decisión de las dos cabezas a cargo del mutante: el músico 
Damon Albarn y el diseñador Jamie Hewlett. Quizás por eso, durante el transcurso de la primera década del nuevo milenio, ese híbrido llegó a ocupar un espacio simbólico de importancia a la hora de pensar las características propias del arte masivo de estos años. Sin embargo, eso no fue todo. Al mismo tiempo, Gorillaz se transformó en ese algo -quién sabe exactamente qué- capaz de encarnar el espíritu de una época signada por lo mixto, lo efímero y, fundamentalmente, lo multimedial.

Diez años atrás, todo había empezado como una ironía en relación a la industria de la música de finales de los ’90 en la que cuatro personajes animados protagonizaban un experimento mediático que jugaba con la idea de una banda virtual. Con el tiempo, el juego se fue abriendo y luego de un acercamiento al dub y de la coproducción de un segundo álbum junto a Danger Mouse, el binomio empezó a pensar en proyectos más complejos -un filme, una performance en vivo- que involucraban una integración completa entre imágenes y música. Como resultado de todo esto, Gorillaz se consolidó como un proyecto multiforme que, actualmente, se encuentra en un período de resignificación absoluta. En palabras de sus creadores: “Para nosotros, Gorillaz ha dejado de ser cuatro personajes animados. Es más como una organización de gente haciendo proyectos nuevos”. Por eso, si bien la reciente edición de un nuevo disco extiende el legado iniciado por el proyecto original, Plastic Beach aparece como la materialización de cierta ruptura en relación al concepto delineado por la “banda” en sus trabajos anteriores.

De todas formas, y pese a lo que podía llegar a suponerse, Plastic Beach es, en realidad, una profundización de lo esbozado en Demon Dayz cinco años atrás. Gorillaz ha dejado de ser el proyecto particular de Damon Albarn y Jamie Hewlett para pasar a ser un colectivo interactivo con dos cabezas estables. Ese cambio fundamental para la visión externa del grupo es, a su vez, representativo de una condición actual de la música contemporánea, es decir, el intercambio constante entre músicos aparentemente disímiles. En base a esto, Plastic Beach está construido a partir de una marcada apertura estilística que se nutre de diferencias genéricas y culturales para intentar crear un sonido global. Todo tiene su lugar en un álbum que está pensado como una interacción constante. Desde un comienzo orquestal que introduce a la voz de Snoop Dogg hasta un segmento de canciones con la participación de Mark Smith de The Fall, Mick Jones y Paul Simonon de The Clash y Lou Reed. Todo como parte de una misma idea.

Como consecuencia, en lo estrictamente musical, no hay una única línea que sirva como hilo conductor a la hora de integrar la variedad de matices. Si bien la importancia otorgada al hip hop es innegable -el disco se abre con la voz de Snoop Dogg dando una especie de bienvenida-, la electrónica y sus variantes ocupan un lugar importantísimo en un álbum que no esconde sus pretensiones de ser pop. Sin embargo, lo que queda en claro es la intención de Albarn por abarcar distintos intereses sin llegar al límite de sus proyectos asociados a la llamada world music. Su función es, antes que nada, la de un maestro de ceremonias de la heterogeneidad que mueve piezas y acomoda variables. Esta vez, la producción recae solamente en sus manos, y si bien se extraña la resonancia de las bases y los bajos propias de Danger Mouse, son varias las canciones que dan cuenta de lo que puede aportar el vocalista de Blur desde su experiencia multicultural.

En lo concreto, “White Flag” -con la participación de una orquesta típica de El Líbano- y “Sweeptakes” son los ejemplos más evidentes de esa vocación de mixtura. Sin embargo, las instantáneas “Superfast Jellyfish” y “On Melancholy Hill” o el previsible single “Some Kind Of Nature” (junto a Lou Reed) muestran un costado armónico y melódico mucho más simple y contundente. Definitivamente occidental. Por eso, Plastic Beach es lo más parecido a la banda de sonido de una época -la nuestra-atravesada por la heterogeneidad y la disponibilidad global de información en sentido amplio. Hip hop, electrónica, pop y ciertos toques “étnicos” asociados a la curiosidad incurable de Albarn componen un todo de forma indefinida, donde los elementos se suceden unos a otros de manera “natural”, como parte de una misma frecuencia. En definitiva, el resultado de todo eso no hace más que relativizar las diferencias existentes, intentando (si esto es posible) hermanar un rango amplio de propuestas a partir del filtro selectivo de Albarn y de su sesgo de producción. Un pequeño sello personal en el amplio terreno colectivo.

Sin embargo, esta característica hace referencia a una condición central en Plastic Beach y en lo que parece ser el camino a seguir por Gorillaz. Con un número de colaboradores que va en aumento disco tras disco -en Plastic Beach sólo cuatro de las dieciséis canciones están firmadas únicamente por el dúo-, el proyecto parece decantar en una especie de militancia de la colaboración entre músicos supuestamente incompatibles. Como consecuencia, la figura de un autor específico (en este caso Albarn) se va diluyendo con el tiempo. Ya no es identitaria la forma particular de quién escribe las canciones, lo que importa es cómo se organiza el abundante y diverso volumen de material. Por eso, se vuelve fundamental el rol del productor como la cabeza que ordena el caos propio del mestizaje musical que supone la creación en el marco de este proyecto.

De todas formas, Plastic Beach es el resultado de una búsqueda y un crecimiento interno en el núcleo del proyecto iniciado por Damon Albarn y Jamie Hewlett. Paradójicamente, Gorillaz ha dejado de ser Gorillaz para seguir siendo Gorillaz. La banda virtual ha caducado como ícono representativo pero, en su lugar, se percibe la consolidación de un proyecto multidisciplinario a cargo de un colectivo interactivo en constante transformación. Nuevamente, Gorillaz parece representar una nueva forma de hacer y pensar la música en un nuevo contexto social-mundial: el carácter autoral queda disuelto en lo colectivo; la música es un lenguaje cada vez más universal y mixturado, una especie de entretejido de multiplicidad. Y mientras tanto, Gorillaz sigue sin ser una banda propiamente dicha. Antes que eso, es algo que muta con y en el tiempo. Como parte de un flujo histórico que encarna a la perfección en cada nuevo gesto.

Juan Manuel Pairone

9 comentarios:

lala ~ dijo...

gorillaz no se murió?, que alguien lo mate, por favor!


yo creo que el concepto del cual nació suena más que copado.. ahora, en la práctica: no podés mandarte tal cagada. es un juego de sega mal hecho, cual arte de tapa del nuevo disco de mgmt (!). eso no es estética visual, a mi no me cagan.
no, hablando en serio.. la idea está buena, pero nunca hicieron algo que me guste, y por esa misma razón no voy a bajarme el disco.

igual pairone, vamos.. dejá de justificar las bandas a partir de la innovación, la multiplicidad de recursos y el consenso.. a eso ya lo leí.. ah no había entendido el concepto(?)

lala ~ dijo...

ah sí, santi no saca secretamente pero no te avisa que va a sacarte. igual está bien no avisar.. el resultado puede ser desastroso.

Anónimo dijo...

me hace TAN feliz que gorillaz haya vuelto

Anónimo dijo...

el disco se abre con la voz de Snoop Dogg dando una especie de bienvenida

eligieron al anfitrión como el orto, de onda

lala ~ dijo...

felcho is back. me cae bien ese pibe, muy (?).

Anónimo dijo...

Me gusta Gorillaz, me gusta, me gusta... No sabia que tenian disco nuevo.
buenisimo Pai! Me estoy bajando el disco.

Anónimo dijo...

ah! publique tu nota de el vernáculo en el blog escaleras al suelo.

Tati.

Anónimo dijo...

Mr. Pai, por el bien de los ojos de tus más fieles lectores, aumente el contraste de la letra con el fondo.

Gorillaz es un chiste, pero escuchar a Albarn, siempre justifica los medios. Me gusta hasta su Democrazy.

Muy lindo todo.
Gracias,

Anónimo dijo...

El disco me pareció un hibrido total.. en las primeras tres escuchas no lográs resolver nada, aunque después la cosa se torna superinteresante. Los singles (muy bien definidos como instantaneos) de superfast jellyfish y some kind of nature, y agrego rhynestone eyes, están, simplemente, muy bien elaborados.
Muy (pero muy) lindo todo
Y me agrego a: "Mr. Pai, por el bien de los ojos de tus más fieles lectores, aumente el contraste de la letra con el fondo"
Saludos!