Consenso hecho música




La música como fenómeno de masas ha crecido incomparablemente en la primera década del siglo XXI. Como parte de la omnipresente industria del entretenimiento, se ha incorporado definitivamente a la vida cotidiana de muchos a partir de la consolidación de los reproductores portátiles y, fundamentalmente, gracias al avance de Internet. Pero esta herramienta ha sido fundamental, a su vez, para el surgimiento de una nueva ola de músicos, estilos, tendencias y técnicas a lo largo y ancho del planeta. Y es que la ecuación parece sencilla pero no deja de ser efectiva: en un mundo interconectado todo está ahí para ser conocido y, aún mejor, cualquiera puede darse a conocer de manera instantánea. Sobre todo cuando esa auténtica vorágine de la simultaneidad es parte de un sistema global de relaciones digitales que se expande invariablemente.

De esta manera, la música y su actual lógica de circulación están sujetas a un nuevo tipo de vínculo que no distingue fronteras físicas ni culturales. Por eso, no llama la atención que una banda californiana sea editada en el Reino Unido antes que en su propio país. Por eso, el de Local Natives es un ejemplo más y no una simple excepción. Porque, al igual que muchas bandas de principios de la década pasada, su música llegó a las redacciones británicas como una ola transatlántica de novedad y salvación. Porque, como consecuencia de lo anterior, en noviembre del año pasado, su álbum debut -Gorilla Manor- fue editado primeramente en las islas y la crítica no dudó en reseñarlo como un momento musical imperdible. Y porque, gracias a eso, en 2010 el disco vio la luz en Estados Unidos y la consagración fue, nuevamente, casi unánime. Global.

Pero, después de todo, ¿cuál es la virtud detrás de Gorilla Manor? Para muchos, probablemente la misma que lo condena a ser un álbum con momentos de interés pero, al fin y al cabo, un trabajo casi intrascendente. Lo que se escucha parece ser el reflejo de lo aprehendido a través de algunos de los discos más importantes de los últimos años. Concretamente, Fleet Foxes, Grizzly Bear, The Dodos y, en menor medida, Vampire Weekend suenan refractados en Gorilla Manor. Por eso, antes que marcar una nueva senda, seguir a ultranza cierta tendencia recuperada o, simplemente, intentar desmarcarse de algo de manera negativa, Local Natives parece enfocarse en una lectura de lo existente en un aquí-y-ahora globalizado en materia de información. Y, entonces, ¿por qué una aprobación tan contundente? ¿A qué se debe la unificación de criterios en torno a una obra probablemente condenada a la fugacidad gracias sus propias características?

En un fundamental artículo, el crítico Simon Reynolds define a la década que acaba de terminar como un período de tiempo signado por la multiplicidad y la fragmentación. Multiplicidad y fragmentación que hacen difícil la tarea de encontrar consenso respecto al valor de la música que se hace y se difunde a cada instante. Esto se produce gracias a la combinación de una serie de factores históricos, a saber: la obtención de información instantánea; la acumulación de artistas (consolidación de algunos, surgimiento de otros, la disponibilidad del pasado); la disminución de los costos de grabación. Lógicamente, el resultado es la existencia efectiva de una enorme cantidad de música disponible de manera simultánea. Una cantidad imposible de abarcar íntegramente que obliga a fragmentar la escucha y da lugar al surgimiento de oyentes estratificados.

Pero, a su vez, la sobreproducción de música conlleva a una marcada multiplicidad de formas y a una creciente permeabilidad en los límites genéricos. No es raro, entonces, que la misma música empiece a incorporar ciertas características propias de su circulación global que dan cuenta de una cierta tendencia de la música contemporánea. Todo es una “nueva versión de…”, un “cruce con…”, y así sucesivamente, con lo cual, el criterio de selección y evaluación se fragmenta y se multiplica ad infinitum. Por ende, se lelga a un punto en el que el valor intrínseco de la música no es suficiente para alcanzar un reconocimiento total y es necesario despertar otro tipo de sensaciones (ese factor x que Reynolds llama “grandeza”) para lograr, de tanto en tanto, un consenso medianamente general, unificado. No necesariamente positivo.

Por eso, el logro (¿logro?) fundamental de un disco como Gorilla Manor es pura y exclusivamente social. Si algo no puede ponerse en duda es que Local Natives suena a un rejunte de lo que el consenso ha marcado como lo más destacado de los últimos años. Consciente o inconscientemente, la banda retoma elementos y resignifica ciertos recursos que han sido destacados recientemente -armonías vocales de Fleet Foxes, percusión de The Dodos, ambientación de Grizzly Bear- , logrando un disco en el que la yuxtaposición determina la forma sin dejar lugar para mucho más. Así, más allá de la legitimidad de sus canciones, Gorilla Manor no logra escapar de las comparaciones obvias, las mismas que son posibles gracias a toda esa existencia material de música que por momentos parece imposible de procesar.

Según el crítico Ian Cohen (Pitchfork), “Gorrilla Manor demuestra ser un refrescante recordatorio de los placeres de la síntesis”. Pero la manera en la que esa síntesis se elabora es la que finalmente condena al álbum a una intrascendencia casi lógica, naturalmente justa. Sin grandes méritos propios, su “grandeza” está sujeta a una contingencia decididamente menor en la historia de la música pero excesivamente amplificada por los medios tecnológicos disponibles. Su mote de "obra maestra" está asociado al culto de status-quo diseñado desde la crítica en los últimos tiempos. En definitiva, se trata de una obra cuyo valor es (mucho) más social que musical gracias al consenso que ha generado en determinados líderes de opinión a partir de su identificación absoluta con un supuesto presente de la escena Indie. Sin embargo, y por suerte, ese presente es imposible de resumir en unos cuantos minutos de música. Felizmente, y a pesar de todo, su complejidad es inabarcable. Sigue siendo un misterio a descubrir en cada instante.

Juan Manuel Pairone 

10 comentarios:

Free bird dijo...

antes de leer tu blog me consideraba conocedora de música. a medida que leo las entradas me doy cuenta que no... (?

lala ~ dijo...

sinceramente, la primera vez que escuché el disco lo vi como un zarpado copy-paste de todo lo que ya conocía (y ojo, que nunca renegué de eso.. al contrario, muchas bandas "más de lo mismo" me gustan). la segunda vez que lo escuché, me terminé dando cuenta que es uno más de esos discos que escuchás en un momento de tu vida, pero que, pasado el tiempo, nunca más les vas a dar bola..

es una lástima, porque aunque coincido en que tiene todo lo que me gusta de las otras bandas, no me despertaron el nivel emocional que los otras lograron.. a nivel general cae en la lógica de encontrar las percusiones, armonías vocales y ambientaciones perfectas que, en mi caso, no me terminaron generaron demasiado.
tampoco quiero decir que es pésimo disco, ni mucho menos; temas como shape shifter, cubism dream o airplanes son geniales. pero no termino de ver cómo la yuxtaposición determinó la forma.. capaz necesite escucharlo un poco más.

por otro lado, con respecto a la multiplicidad y fragmentación, creo que, en mi caso, me ayudó a escuchar cosas que nunca hubiera escuchado. es inevitable que al haber tantos géneros se etiquete, pero al mismo tiempo todo está dentro de lo mismo.. pero un poco de eso pasó siempre, y entiendo que el concepto está mucho más allá de estratificar la música y a los que escuchan.

me gustó leer el último párrafo, aunque pienso que no sé hasta qué punto es positivo el consenso social al momento de elegir qué escuchar (leamos más más más arriba). muchas personas escuchan sólo gracias a líderes de opinión sumamente sensacionalistas y se pierde en gran parte la idea de buscar música y lograr el "acontecimiento".. pero eso es algo que yo pienso y cómo yo lo vivo.

pai dijo...

no creo que el consenso termine siendo negativo ni positivo, solo trato de entender porque un disco que suena a "un poquito de + un poquito de + otro poquito de" termina siendo tan alabado, mi respuesta tentativa es q se trata de algo que resume ciertas tendencias remarcadas por mucha gente como positivas, por eso digo q el logro del disco es puramente social

lo de la yuxtaposicion como determinacion de la forma es eso, el disco termina siendo el resultado de todas esas cosas sumadas, esos elementos sacados de otra parte termina pesando demasiado en el todo

Mu dijo...

andá preparandoté, pai
clinging to a scheme está cada vez más cerca de nuestros oídos
"87% completado"
ya llega
ya llega

lala ~ dijo...

decididamente cambió muchísimo la nota. ahora entiendo por qué decías que pensabamos igual. la verdad que me dejó pensando muchísimo, sobretodo con el link que agregaste.. ahora la crítica me terminó de cerrar más.

y gracias a mu, por avisarme que salió el disco. ya lo bajé y ya lo escuché varias veces..

vvvale dijo...

es muy capo, tan capo que una vez nos regaló una cerveza, te bancamos tifi.

Anónimo dijo...

mira quien volvio EL ORIGINAL (?)

(hay una firma que me causa gracia y tristeza CUAL SERA CUAL?)

El llano en llantas dijo...

Impecable Juan. Impecable todo.
Me sumo a las filas Marie...


keke

Anónimo dijo...

mmmm.... creo q ese es el problema de analizar la música de hoy right now. No creo q nuestra época tenga más o menos clones q las décadas anteriores, sino q simplemente:

a) las décadas anteriores ya están pasadas por el filtro de la historia así q uno desconoce todo lo q no marcó tendencia (y hay muuuuucho)

b)los clones de las décadas anteriores funcionaban sobre la lógica de los géneros diferenciados, bandas de pop, bandas de grunge, bandas de hard rock, bandas de lo q se le ocurra al dpto de marketing.

dicho eso, en vista de q el crítico ya no puede sostenerse con los géneros, cuesta horrores identificar q es q y quién está aportando algo nuevo. A q cuando empezaron varios dijeron: "the strokes no te sobrevive el segundo disco..." ahora son referente principal para entender la música de la década pasada. Y cuando empezaron estabamos inundados de esas banditas.

Dicho eso, no creo q el logro del disco sea puramente social. Bah, no creo q hayan logros sociales en la música, todo "éxito" es consensuado si vamos al caso. Es buen disco porque tiene buenos temas, y ya. Pasa lo mismo con The Horrors. Las influencias son marcadísimas, pero Sea within a Sea es increíble más allá de Joy Division.

Punto y aparte me encanta este blog :)

Femmtale dijo...

Cuando comencé a leer el blog, me preguntaba ¿Quién es "Juan Manuel Pairone"?, pensaba que los textos eran extraíodos de otros sitios web, pero luego, al preionar "entradas antiguas" me di cuenta que eras tu, ¡vaya crítica hombre! Tu si que sabes de música. Y refiriendome a Polock, esos chicos son espectaculares!! saludos!