Tres caminos, otra dimensión




La historia de la música pop está atravesada por la casi constante aparición de un fenómeno que, a pesar de ser común, parece contrario a la lógica individualista que caracteriza a la industria de la música. Se trata de aquellas fuerzas centrífugas que se conjugan para formar los denominados supergrupos. Muchas veces sobrevalorados y otras tantas denostados, estos ensambles son ya un fenómeno propio del mercado, con ejemplos varios y de magnitudes cambiantes, como el éxito casi automático de los Travelling Willburys o el uso mutuo entre integrantes de Rage Against The Machine y cantante de Soundgarden en el caso de Audioslave.

Sin embargo, las colaboraciones suelen darse también en ámbitos alejados de las expectativas en la venta de discos y de los anuncios massmediáticos. Ese es el caso de Swan Lake, la conjunción de tres exponentes del indie canadiense (Dan Bejar de los New Pornographers, Carey Mercer de Frog Eyes y Spencer Krug de Wolf Parade) que, desde las márgenes del negocio, redefinen el concepto de supergrupo como una convergencia netamente creativa, en la que los únicos antecedentes que deben tenerse en cuenta son aquellos que hacen referencia al campo artístico y su especificidad.

En este sentido, los dos discos editados hasta el momento bajo el nombre de Swan Lake pueden verse como el intento de conjugar tres estilos distintos de composición a la hora de buscar nuevas formas de síntesis. Los tres miembros de la banda tienen un historial cargado de colaboraciones y participaciones en proyectos diversos con lo cual, sobran los antecedentes para evitar cualquier tipo de sospechas en torno a una posible guerra de egos. Swan Lake es, entonces, mucho más que un simple rejunte o una coincidencia en los horarios de estos tres escultores subalternos de armonías. Swan Lake es, en definitiva una intención común, un punto de encuentro y a la vez un punto de partida para algo nuevo.

Por eso mismo, el primero de sus discos, Best Moans (2006), termina siendo un híbrido folk difícil de clasificar en el que puede observarse un ida y vuelta constante entre los tres integrantes (con un leve predominio de Bejar). Sin embargo, la dirección común es evidente, detrás de las varias capas de instrumentos y voces, las canciones se presentan como un desafío de autoría colectiva en el que el riesgo de la sobrecarga se mantiene latente aunque matizado por una orientación lo-fi de tono general. En resumen, doce canciones guiadas por el mismo instinto de recreación y experimentación grupal, o la mejor forma de hacer una banda casi de la nada, con lo que hay a mano.

En este punto, Enemy Mine (2009) puede significar un paso adelante en el cual los aportes de cada miembro se ajustan a las necesidades del combo de manera más precisa que en su predecesor. Esta vez, cada lado de este triángulo creativo termina siendo fundamental para un producto realmente complejo que da cuenta de una madurez colectiva construida. La suma de las partes se da en una dinámica diferente, con cada uno de los miembros como el protagonista central de tres canciones que, a su vez, cuentan con el aporte de los otros dos autores en plan de arregladores, lo cual forma una especie de isósceles en el que el lado que hace las veces de protagonista se apoya sobre la correspondencia de los otros dos.

Como consecuencia, se observa el diálogo entre tres tipologías distintas de canción que se encuentran en la intersección común de la colaboración grupal. Así, cada estilo se potencia gracias a las participaciones de los otros, de manera que el histrionismo de Mercer encuentra un colchón eficaz en el detallismo de Bejar -sus coros-, quien a su vez gana en matices a partir de la heterogeneidad de Krug. Las tres partes terminan consolidando un espacio común marcado por sus coincidencias y también sus diferencias, las cuales, esta vez, no hacen más que enriquecer el espectro de posibilidades presentes en un solo disco.

Por eso, lo fundamental de esta coherencia autoral es su complemento con una cohesión sonora que, como se dijo, no reniega de las diferencias individuales sino que las remarca para hacerlas más evidentes. El juego entre disonancia y saturación de Mercer, la síntesis ente neo-folk y clasicismo a cargo de Bejar, la sencillez testimonial y la paleta sonora de Krug Los tres estilos se muestran a simple vista, pero junto a ellos se observa el instante de colaboración, con los aportes de cada uno visibles en todo momento. Se trata, entonces, de una instantánea de la musicalización, en el que cada miembro es construido como un parte que suma al todo sin perder identidad sino, por el contrario, aportando matices a los otros estilos en un diálogo que, de esta manera, se vuelve incesante.

Tres planos que se superponen sin invadirse, compartiendo un espacio que se vuelve inmediatamente múltiple a partir de la gran cantidad de referencias a tener en cuenta. Diferencias que, sin embargo, se notan casi a simple escucha porque están ahí para ser encontradas. Es que de eso se trata Enemy Mine, un trabajo eminentemente colectivo que debe juzgarse como tal. La unicidad, en este caso, puede ser algo inapropiado para un proyecto de características tan particulares, con tres autores fuertemente posicionados en su yo aunque abiertos -y estas nueve canciones son la prueba más fiel- a una colaboración que resulta casi natural. (En palabras de Bejar: “The three of us together, forever in debt”).

En consecuencia, y a partir de Enemy Mine, Swan Lake debe definirse más allá de los términos de participación colectiva para pensarse como una banda de autores interdependientes. No se tratade una síntesis compositiva más sino, precisamente, de un ejercicio que eleva el término composición a un nuevo estadio en el cual los matices individuales son parte fundamental de la idea de grupo pero no pierden su lógica propia. Y así, en ese juego constante entre lo grupal y lo individual (o lo grupal gracias a lo individual) la canción como tal se reinventa, muta hacia una concepción completamente distinta y cobra un nuevo sentido. Nace de otra manera, existe en otra dimensión.

Juan Manuel Pairone 

10 comentarios:

Pelado dijo...

Una masa el disco... Ahora, ya te quemaste los dos mejores discos de un saque... a ver de q carajo escribís en el próximo.

Anónimo dijo...

me encanta que pueda bajar el disco, ya esta en la cuenta regresiva del rapishare. después te cuento que onda (porque se que te re interesa mi opinion ah la tipica de subestimarse)



me molesta las tapas de los cds que no pegan con los colores


listo, lo dije.

Anónimo dijo...

(primer firma con el nuevo blog, sentite orgulloso CA RA JO)

Anónimo dijo...

listo, ya esta, venci al html, después de muchas ocasiones en la que el me vencio a mi. ahora que soy un experto en la materia (...) vi tu blog con detenimiento, yo no le cambiaria nada, pero si hay algo que te molesta mucho, te puedo ayudar. su pregunta no molesta

(excepto que este en idioma html, ahi paso)

felcho dijo...

desconozco y me inhibo (?) asi que paso a comentar acerca de la imperiosa necesidad de el sucesor de first impressions... que la verdad se hace desear. no analice lo del mundial, capaz lo presentan en la ceremonia inaugural (?) o cantan alguna cancion en el primer gol (???) y no era cerveza, era alcohol en gel con luz atras, pero fue un buen esfuerzo (ah intentaba consolarlo por pelotudeces) adiosssss

pd: mata que santiago diga IDIOMA HTML (osea esta bien pero es ... raro (?)) imaginate a un pais que hable html, onda no se. seria raro

Anónimo dijo...

a veces me dan ganas de entrar a boludear aca (?) pero la nueva seriedad del blog me inhibe.

ohhh look what you've doneee, para cuando jet en el blog



(????????)

vvvale dijo...

JAJA ojalá michael mike se aparecieran con las orejas de mickey. igual no me sorprendería demasiado si lo hicieran tampoco (?)

escuchaste los temas de paul banks alias julian plenti? no sé que pensar(?) de esas canciones.

Anónimo dijo...

finalmente era sin S mannnnnnnnnnnn

felcho dijo...

a que instituto fuiste? ah no entendía

Anónimo dijo...

lo menosss, no pude ver ninguna banda ._.